Los días pasan, y no pasa más que una incesable incertidumbre. Los días pasan, y cuanto más pasan, más me doy cuenta de que nada, ni la belleza natural, es eterna, pues esta última mejora, pero nunca, nunca, se queda. Los días pasan, y, ¿qué pasa en realidad? ¿Las ganas? ¿La vida? ¿La muerte? La duda y la certeza. Los días, los meses, los años, las décadas, los milenios pasan, y pasa de todo, pero no pasa nada. Pasan libros para los escritores y lectores, pasan noches en la cama para adolescentes y ninfómanos, pasan cortes y llantos para adolescentes y sus cuchillas, a veces risas y cantos para los que luchan con una sonrisa en la cara, lloran y se esqueletizan los árboles, y luego crecen y susurran, pasan películas y series para los que tienen una vida muy interesante o para los que desearían tenerla. Y pasando todo esto... ¿Qué pasa realmente, si no nada?
-Pasa lo que quieras que pase.
Hay cosas inevitables, fuera de nuestro alcance, hay oportunidades, hechos, vidas que son viento y que pasan sin preguntarnos si queremos cogerlos. Hay cosas que por mucho que quiera, no pasan, y por mucho que pasen, no las quiero. No estás en lo correcto. Todo el mundo lo está, ¡no vas a ser tú menos!
-Siempre puedes intentarlo.
Y lo intento y me estanco. A veces no puedo, y soy sólido e inamovible.
-Y otras...
¡Ah! Otras veces el mundo es mío y parezco querer todo lo que tengo, y lo que no quiero no me importa, pues no es nada comparado con lo que tengo. Hay días que parece verdaderamente que haya estrellas en una noche naranja y nublada de enero. Y sé que las hay.
-¿Tan difícil es recordarlo?
No... Pero es tan difícil intentarlo. Aunque sepa que no pasa nada por hacerlo, por subir un simple peldaño...
-Pero parece tan complicado.
Es muy complicado.
-Y sin embargo sigues. Estás aquí porque has elegido. Has elegido vida. Has elegido contradicción. Has elegido volver al sitio desde el que una vez has salido. Eso elige todo el mundo al levantarse todos los días e irse a dormir esa misma noche.
Empiezas siendo nada y nada acabarás siendo.
-Empiezas siendo nada y nada acabarás siendo. Desde que te levantas, por la mañana, hasta que te tumbas, por la noche. Todo es una contradicción, que se preocupa de complementarse sin temor, descarada, inconsciente pero tan malvada. No te extrañe que si ahora lloras, mañana reirás como si no existiese más que eso, que la risa. Igual que el llanto, que parece ahogarte en su espanto, que parece que no hay nada más. Eso es todo.
-Nada.
Porque se contradice, porque la una no es sin la otra, y eso las hace a las dos no ser nada.
-Y serlo todo.
Y por eso estás vivo.
-¿Por una contradicción?
Por un truco.´
-Ilusionismo.
¿De qué hablas? ¿Acaso no te das cuenta? Parece que estás hablando con otro, conmigo, con un amigo, o un desconocido, o quién sabe quién soy yo... Yo lo sé. ¿Tú lo sabes?
-¿Quién eres?
Soy tú mismo.